A Luisa Martín no le hizo falta leer el libreto de ‘Salomé’ para aceptar el reto de convertirse en Herodías, la madre que ha aprendido a sobrevivir y sabe que el poder corrompe y mata: «Cuando le pregunté a Magüi Mira qué veía en mí para el personaje, me dijo que creía que yo tenía la fuerza para encarnar a esa mujer que ha sufrido tanto y se ha entregado a los placeres. Me encanta la mirada femenina que aporta una visión nueva de la época y de los sentimientos de esas mujeres. Además, tenía muchas ganas de volver a trabajar con Belén Rueda ». Luisa se acuesta temprano porque viaja al día siguiente, está en plena gira, es una mujer disciplinada que se aferra a las rutinas: «Me ayudan porque siempre tengo muchas cosas que hacer. La improvisación la dejo para la playa, viajar sola o la comida». Se declara demasiado perfeccionista: «Como soy consciente de ello, intento controlarlo y estoy alerta, porque un exceso puede llevarte a la frustración. Y yo lo que quiero es divertirme y disfrutar». También ha rebajado su nivel de ensoñación: «Soy moderadamente soñadora, antes lo era más, pero he aprendido que eso te lleva a tener una percepción errónea del mundo, la edad me ha hecho más escéptica. Ahora mis sueños son realizables y lucho por llevarlos a cabo. He tomado la decisión de vivir el día a día lo mejor posible». Noticias Relacionadas Terelu Campos advierte a Pipi Estrada tras acusarle de cometer un delito: «Espero que se retracte» Aarón Espí Fiebre por Isabel Pantoja ante su concierto en Madrid: «Su música me ayudó a superar la muerte de mi marido» Aarón Espí En su búsqueda de la felicidad, Luisa ha encontrado la clave en la solidaridad, apoyando ONG’s y causas como la lucha contra las enfermedades raras: «Hacer felices a los demás te hace feliz a ti. A mí me genera una energía imparable». Y reconoce que le da paz «la naturaleza, el mar, la soledad y estar bien conmigo misma». Frente a eso, «la deslealtad me saca de mis casillas». Su hijo Bruno ya tiene veinte años, el tiempo pasa volando, y Luisa reconoce que, como madre, se ve «con millones de defectos, aunque ahora me castigo menos y he tratado de relajarme porque cuando quieres hacer siempre las cosas bien, al final generas tensión. Llevamos estupendamente la convivencia. Intento quererle lo mejor posible, es muy buena persona, que es lo que más me importa. No le tengo miedo al síndrome del nido vacío porque cuando me quedo sola me siento fenomenal y él ya empieza a hacer su vida». Ya llegará ese día, aunque la actriz no es mirar hacia el futuro: «No sé, no me veo de viejecita. Ojalá sea una abuelita maravillosa que sigue subida a los escenarios, en paz, leyendo tranquila». «He sido una persona muy romántica», confiesa. «Y lo romántico de una relación es sentir que la persona es leal, te mira con admiración. No soy de grandes citas con champán a la luz de la luna, soy de sentir que no me hace falta hablar con el otro porque nos entendemos perfectamente. A mí, un ramo de rosas no me impresiona, lo hace mirar a los ojos y sentir que esa mirada es de verdad. Creo que en el amor porque lo he visto en casa, con mis padres, sin excentricidades ni grandes demostraciones. No quiero que me digan ‘eres la mujer de mi vida’, quiero ver que esa persona, por los detalles que tiene conmigo, ha estado pensando en mí». La foto: la niña que pudo heredar El Retiro Luisa conserva fotos de su infancia. «Las tiene mi hermano», apunta. Pero atesora este recuerdo con su hermana mayor y su padre, del que nos pide se vea bien su rostro. «Tenía cara de buena persona, tan bueno, tan afable. Era un hombre tremendamente moderno que podía haber sido un galán de Hollywood», recuerda con orgullo. La foto está tomada en el parque del Retiro , en Madrid: «Vivíamos muy cerca. Mi madre decía que era su finca. Nos llevaban a pasear. Con mi padre íbamos de museos todos los fines de semana, y lo atravesábamos para ir al Prado, al Museo Naval, al de Artes Decorativas… El Retiro era como estar en casa». Luisa Martín con su padre y su hermana mayor abc La actriz se recuerda como «una niña rebelde, despierta, atenta a lo sucedía alrededor. Un poco protestona, abogada de pleitos perdidos. Siempre fui muy diurna, me despertaba pronto y ya estaba haciendo cosas». Lo peor de su infancia fue una etapa de ‘bullying’ en el colegio, con una profesora en tercero que le hizo la vida imposible: «Me castigó porque me sacó a la pizarra y no supe hacer una división. Entonces me prohibió volver a casa hasta que no la hiciera, pero mi madre vino al colegio y se enfrentó a ella. Desde ese momento se convirtió en una heroína para mí». Tras la protesta de su madre, a Luisa le levantaron el castigo, pero estuvo todo el curso escolar sufriendo los desprecios de una maestra que la llamaba ‘apestada’ y pedía a sus compañeras que la dejaran de lado: «Yo tenía siete años, fue muy duro, sobre todo porque ese año murió mi abuelo, mi abuela se vino con nosotros a vivir y la vida se nos complicó a todos en casa. Pero lo que no te mata te hace más fuerte».
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Author : (abc)
Publish date : 2024-04-15 02:37:11
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