Al igual que Joselito revolucionó el toreo a pie, Pablo Hermoso de Mendoza ha llevado el rejoneo a otro nivel, al de verdadero toreo a caballo. Ocho puertas grandes lleva el de Estella en Madrid. Confirmó la alternativa hace casi treinta años; y en cinco días, se despedirá de este coso. Una mezcla de emociones por todo lo vivido le pasaban por la cabeza al entrar en este «monstruo de la arquitectura y el toreo», como él mismo describió a la plaza en la que se le ha rendido un sentido homenaje, con motivo de su retirada. El acto, presentado por Víctor Soria, consiguió un lleno hasta la bandera, para presenciar cómo Hermoso hacía un recorrido por toda su extensa trayectoria. «Yo vine de niño un par de veces a Madrid , aunque era toda una odisea venir desde mi pueblo», comenzó diciendo de sus primeros recuerdos del mundo taurino. Aficionado desde pequeño a los caballos, se decidió a ser rejoneador cuando vio por TVE una corrida con Joao Moura, Álvarito Domecq y su gran maestro, Vidrié, presente en el acto. Desde entonces, cada vez que montaba, sus amigos hacían de toro, con escobas. Su madre lo veía una locura; los rejoneadores salían siempre de Sevilla o Portugal, no de Pamplona. Pero Pablo se propuso ser rejoneador, y lo consiguió: en 1989 le dio la alternativa Vidrié, en Tafalla. «Me parecía un honor que mi maestro me diera la alternativa, para poderlo contar a mis hijos, el día de mañana». Sin embargo, su carrera fue más allá, llegando a cambiar el rejoneo, aunque él no lo considere mérito propio: «Para mí, la revolución ha sido la cría del caballo. La doma clásica ha evolucionado estos 30 años una barbaridad. Todo eso ha hecho que el toreo pueda ser mucho más estético y que los caballos toreen con una naturalidad que antes no se veía». Recordó su presentación en esta plaza, en la que cayó «de pie»: «Fue una tarde impresionante. Parecía que todo me salía de cara. Di una vuelta, con el toro por detrás, con Cagancho y sentí bramar la plaza de una manera increíble. Casi se me cayó la banderilla por la emoción». Por supuesto, Cagancho ocupó buena parte de la charla. Era una estrella de tal nivel, que en una ocasión, un espectador les preguntó a los tres rejoneadores, antes de un paseíllo, que quién lo montaba: «Cagancho ha sido especialísimo. Estos días pensaba si mi despedida será más emotiva que la de Cagancho, y casi hasta me daban celillos, porque no creo que llore tanta gente como el día que lo retiré», comentaba riéndose. «Era un rebujo de todo lo bueno. Se oía en runrún cuando salía. El problema fue que me empezaron a pedir que lo sacara hasta en el último pueblo, y le pesaban los años de cien corridas. Por eso lo retiré joven, porque necesitaba descanso. Pero después venían muchísimos aficionados a mi casa como en peregrinación. Fue una leyenda viva», comentó del cuatralbo más famoso de la historia de este noble arte. Noticia Relacionada estandar Si ‘Reja de enfermería’, el libro del doctor García Padrós, se presenta en Las Ventas Alicia P. Velarde La Sala Bienvenida ha acogido en un acto la presentación de la obra, que recoge lo ocurrido en esta plaza entre 1931 y 2021, en una inagotable labor de investigación del cirujano jefe de la plaza, así como vivencias propias del ‘ángel’ de la Monumental madrileña El maestro estellés ha sido también ídolo en México, donde llenó la plaza hasta su última tarde, hace unos meses. Fue cuando ya estaba consagrado en España, y se le esperaba con una expectación pocas veces vista: «Salí del avión y vi una cantidad de fotógrafos que pensé que venía un actor en él, también». Esa primera tarde tuvo su cara y su cruz: «El primer toro le pegó una cornada a Cagancho, y eso me dejó mermado en el segundo, aunque le corté dos orejas, y fue una explosión, porque no me imaginaba cómo era aquello de apasionado». Aunque la puerta grande no la recuerda tan grata, pues fue una auténtica paliza: «Parecía la Virgen del Rocío, de un lado para otro… Perdí a mi gente, y ya no sabía quién era mi costalero. Vi a un señor en una camioneta, y escapé hasta él como pude para pedirle que me llevara al Sevilla Palace, que era mi hotel, y lo único que conocía allí», recuerda con una sonrisa. Todo ello supuso un boom, que, sumado al patrocinio de Carlos Slim, le proporcionó una popularidad allí pocas veces vista, y un revulsivo para el rejoneo. Otro país importante en su carrera ha sido Portugal, aunque tardó en entrar: «Lisboa es la plaza en la que me han pitado más del mundo. Se metían conmigo muchísimo, y yo a veces no sabía ni por qué. Aunque no lo parezca, el toro es bastante distinto. De repente, renuevan la plaza de Campo Pequeño, y llegué a una madurez en la que empecé a disfrutar como en pocas plazas. Además, no había que matar, que soy malísimo, y se convirtió en un oasis en mi carrera». Ahora ya todas esas vivencias están llegando por última vez: «Quiero basar este año en un continuo disfrute, minuto a minuto, para que me queden las sensaciones de mis últimos momentos como torero. Ya no necesito ganarme el año que viene y salgo más tranquilo. Aunque en Madrid quiero demostrar que me voy en un momento redondo, de plenas facultades, y pesa la responsabilidad de refrendar eso». Ha faltado sólo dos veces a su cita con la Monumental venteña, una por fractura, y otra porque no hubo entendimiento empresarial en la época de los Lonzano, pero volvió al año siguiente dos tardes, con las condiciones que pidió el año anterior. Eso sí, nunca pidió nada que no se hubiera ganado: «Para poder pedir mis exigencias, tenía que estar de verdad. Los toreros muchas veces nos quejamos de nuestros honorarios, pero hay que pedir lo que repercute en la taquilla. Cuando ganan dinero los empresarios dan lo que pides. Yo he tenido enfrentamientos, pero siempre estaba seguro de ir hasta el final». Pese a ya estar en esta ultimísima etapa, sigue buscando la perfección del rejoneo: «Me voy de la profesión dejando muchas cosas en esa búsqueda. Me voy saturado de reconocimientos, porque he tenido más de lo que me merezco, y me ha faltado mucho por dar», dijo quien ha cambiado el toreo a caballo. Tiene en su hijo Guillermo, presente entre el público, el mejor legado: «Es un orgullo inmenso. Para mí sería muy triste que la yeguada y el día a día de mi equipo se acabara conmigo. Pero con mi hijo ahora tiene una proyección, y estoy siguiendo una segunda juventud, estoy volviendo a vivir las sensaciones de mis primeros años, a través de él». Por supuesto, la ambición la conservará hasta el último día: «Ya le he dicho que este año es mío y lo quiero disfrutar», comentó riendo, al igual que Guillermo. También estuvieron presentes Manuel Vidrié, que dijo que «Ahora se esta haciendo un toreo a caballo que nosotros soñamos y no lo logramos, y eso ha sido gracias a Pablo». También tuvo unas bonitas palabras Francisco Pahla: «Maestro, gracias por la belleza con la que interpreta el rejoneo, por la forma de montar, por su respeto con todo el mundo. Es el verdadero ejemplo de lo que es ser una figura del toreo, dentro y fuera de la plaza». Leonardo, Fermín Bohórquez, Sergio Galán, y demás ganaderos y empresarios también estuvieron presentes, como Manuel Martínez Erice o Curro Vázquez. Todo el toreo estaba representado, porque, como la historia contará, esta figura ha sido mucho más que un rejoneador: ha sido un torero a caballo, que, igual que cambió como la crisálida en mariposa un vulgar jamelgo en todo un caballo torero, convirtió la monta a caballo en un ruedo, en un auténtico arte.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-05-13 21:17:37
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