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La dualidad de Robe llena la Plaza de España de miles de fieles y nuevos adeptos

La dualidad de Robe llena la Plaza de España de miles de fieles y nuevos adeptos



Aplausos. Un foco ilumina el centro. Robe se acerca al micrófono como siempre, enjuto y despeinado, y sobre el escenario del Icónica Santalucía Sevilla Fest se proyectan dos sombras. A un lado, bajo los focos de la Plaza de España , está el artista que se aferra a su guitarra con ese convencimiento mesiánico que un día aunó a las masas del rock bajo su dogma transgresivo. Al otro, la sombra del apóstata que se escindió de su propia fe de la forma más extrema y dura. Ambas conforman esa dualidad contradictoria de un artista que no ha dejado de ser relevante en toda su carrera, siempre fiel a su compromiso de romper contra todo y contra todos. El calor ha vuelto tras unos días fríos y ahí están sus fieles: amontonados de cualquier forma en las colas, arrimando sus cuerpos al escenario desde las ocho de la tarde, cuando el sol golpea de frente sobre este lado de la Plaza de España. La cita de este viernes en la Plaza de España, dentro de la gira ‘ Ni santos ni inocentes’ , comienza un poco tarde, con un temblor suave que se produce entre el público con los primeros temas: ‘ Destrozares ‘ y ‘ Adiós, cielo azul, llegó la tormenta ‘. «¡Buenas noches a todos!», saluda el de Plasencia casi rozando las once de la noche. Eso sí, lo de ‘en solitario’ es una expresión errónea, pues en este viaje artístico camina junto a una nueva familia: Woody Amores, Álvaro Rodríguez, Carlitos Pérez, Alber Fuentes, David Lerman y Lorenzo González . El trabajo de este grupo de músicos, con el que Robe ha sabido acertadamente rodearse, eleva el directo a una categoría mayor. El escalón donde el arte alcanza el umbral de la trascendencia. «Su andar tenía un contoneo como un caminar leve…», clama el de Plasencia con ese tono de heraldo, siempre grave e importante. Más grave y más importante aún con un templo como la Plaza de España de fondo. Poco a poco el grupo hilvana canciones de todos sus discos, como ‘ Contra todos ‘, ‘ Puntos suspensivos ‘ y ‘ A la orilla del rio ‘. Como consecuencia de esta dualidad, durante el concierto de Sevilla (que se prolongará durante más de dos horas) Robe no solo recorre su cancionero más reciente, sino que deja bastante espacio — un tercio del setlist — para sus temas más fundamentalistas, como ‘ Standby ‘, ‘ Buscando una luna ‘ o ‘ Si te vas ‘. Canciones que en los inicios de esta etapa tenían una presencia anecdótica, en esta gira gravitan con el peso de lo sustancial. Incluso con nuevos significados y significantes. De vez en cuando Carlitos Pérez al violín y David Lerman al bajo (incluso al saxo y al clarinete) acompañan con sus bailes y contoneos los vaivenes a la guitarra de Robe, que se mueve de un lado al otro del escenario quizás para alcanzar junto a su público ese punto emocional de exaltación donde se abrazan el ánimo y la memoria. Sus nuevas canciones —’ El hombre pájaro ‘, ‘ Haz que tiemble ‘ y los más de diez minutos de ‘ El poder del arte ‘—confirman que el éxodo libertario de Robe es un camino aún con mucho por recorrer. Los temas de su último trabajo (y disco de oro), ‘Se nos lleva el aire’, nos recuerdan por qué el artista extremeño está dispuesto a demostrar hasta el final que la relevancia no se regala ni se busca : te encuentra si lo que haces conmueve o estremece. De hecho, a esa hora de la noche en la que algunos ya empiezan a buscar la luna, Robe nos abre el pecho y registra a ver si todavía nos laten temas como ‘ Poema sobrecogido ‘, ‘ Segundo movimiento: Mierda de filosofía ‘ o ‘ Viajando por el interior ‘. Si algo ha dejado claro Robe es que el arte debe ser emocionante y afilado, como escuchar los versos y acordes de sus canciones retumbando en miles de gargantas al unísono. Algo que sucede no pocas veces durante la noche de este viernes, con temas como ‘ Haz que tiemble el suelo ‘. «Tengo en este momento tantas cosas metafísicas que decir que al final decido mejor no contarlo», confiesa Iniesta a las casi 15.000 almas que corean sus versos. Hay paridad entre los asistentes, muchos de ellos ataviados con camisetas del nuevo testamento, pero otros tantos con las frases, versos y portadas del antiguo. «No puedo caer más bajo, que vengo del fracaso», canta el líder de los Robe en ‘ Nada que perder ‘. Los últimos suspiros de la velada se los llevan canciones como ‘ Esto no está pasando ‘, no sin antes hacer un último viaje hacia el pasado con ‘ Salir, beber… ‘ y ‘ Ama, ama, ama y ensancha el alma ‘, la predilecta de Robe para cerrar los conciertos (y una de las más tocadas de esta etapa). El público responde entregado al rito de la nostalgia, a pesar de las nuevas vestiduras con las que desfilan estos temas: las melodías son las que son, las letras también, solo que ni él ni nosotros somos los mismos. El público suda como quien sufre una fiebre, para purgar esa energía lacerante que la añoranza deja a su paso por nuestro organismo. Aquí, en la Plaza de España, Robe presenta un testimonio íntimo de ese misterio que le palpita en el pech o . Esa dualidad indescifrable. No ofrece una explicación ni una justificación, y no tiene por qué hacerlo, pues hay cambios que no están motivados por razón alguna. El cambio en sí mismo ya lo es.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-06-22 00:47:14

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