Teresa Ríos se pone unas gafas de sol para convertirse en Manola porque durante un tiempo no supo ver el camino. Afortunadamente, tras una crisis existencial y gracias a que encontró la forma de despejar de la ecuación los miedos, las dudas y la incertidumbre, Manola sigue escribiendo su historia sobre los escenarios. De hecho, un capítulo muy especial de este relato tendrá lugar este viernes 30 de agosto sobre la pradera del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, con la artista gaditana —afincada en Sevilla—compartiendo el cartel de la primera velada del Pop CAAC 2024 junto a Luz Casal. El prólogo de Manola —Teresa Ríos— tiene lugar en la localidad gaditana de Benalup-Casas Viejas . Allí vivió con sus padres y hermanas hasta los siete años, en un hogar en el que la música era una inquilina más: « Mi madre ha sido melómana toda la vida . Me despertaba cantando y desde bien temprano había música». Aunque de su padre le viene la inspiración para el nombre artístico [Manola] es de su madre de quien hereda ese pellizco en el estómago, esa necesidad de respirar a través de la música. «Quizás parece que no le he dado la importancia que merece a mi madre, pero esa parte más sensible y artística viene de ella , de cómo concibe la vida a través de la música. No es capaz de despertarse si no está sonando algo. Eso lo hemos vivido en casa». De esta forma van llegando a su vida el jazz, el soul y otros ritmos y melodías para arraigar, crecer y ramificarse desde dentro, para luego florecer en las manos de Manola. «Ella siempre ha sido muy fan de comprar discos y yo no hacía tareas sin música Whitney Houston o de Ella Fitzgerald . Me despertaba y ya estaba sonando un disco. Había uno de ‘ Divas de Brasil ‘ que me encantaba. Ahora, que me fascina la bossa nova, digo: es que se me han grabado cosas en el inconsciente porque las tenía todo el día puestas», rememora. Con la música siempre presente, Teresa empezó a demostrar desde bien pequeña esa sensibilidad heredada de su madre: «Siempre he tenido buen oído, desde pequeña, era muy característico en mí», comenta Teresa. « E staba todo el día cantando, era el centro de atención . Bueno, mejor dicho, dando el cante (ríe). Siempre he sido muy sinvergüenza». Con el tiempo, sus padres deciden mudarse a Cádiz para que Teresa pueda entrar en el conservatorio, tal y como hicieron sus hermanas antes que ella. En su caso, el primer instrumento no fue el violín, como eligieron sus hermanas, sino el piano . «Cuando mi padre se casó con mi madre, ella dijo que quería como regalo un piano. Entonces, claro, siempre he tenido uno en casa y para mí era muy divertido aporrear las teclas», rememora Teresa, quien antes de presentarse al examen de acceso al conservatorio pasó por una prueba un poco distinta, pero que sería clave: el plató de ‘ Veo veo ‘. «Mi madre nos presentó a mis dos hermanas y me cogieron solo a mí. A raíz de ahí me apuntaron al conservatorio». Hay algo de esa sensibilidad musical cuya raíz se encuentra en su tierra (Cádiz) y en su pueblo, algo que posteriormente tendrá importancia a la hora de Teresa de elegir un centro de gravedad propio. « No sé si es por ser de Cádiz , pero cuando me fui a Madrid me di cuenta de lo que quería a Andalucía y el arte que tenemos», afirma Teresa. «Es muy difícil que en una familia andaluza no haya alguien que cante o que toque las palmas bien. Hay algo aquí, no sé si es la sal del mar, un componente del pescao que comemos, no lo sé (ríe), pero es muy curioso. En mi familia, por parte de padre me viene quizás el flamenquito, pero por parte de mi madre todos son artistas de alguna forma: pintan y cantan la mayoría. De mi abuela, por ejemplo, todo el mundo decía que iba cantando por las calles. Ahora, cada vez que se pone contenta por algo, me canta una copla o algo de Antonio Machín». Antes de transformarse en Manola, Teresa escribe un capítulo de esta historia en Sevilla , cuando —aún en el conservatorio— decide estudiar primero Derecho y, después, Periodismo . «Cuando eres adolescente te haces una idea de lo que quieres hacer o quién quieres ser, solo que no tienes la capacidad psicológica de guiarte por lo que tú realmente quieres», explica la artista gaditana quien, aunque siempre se había imaginado encima de un escenario, decidió estudiar una carrera porque la música por aquel entonces y, a pesar de estar en el conservatorio, no era «una realidad palpable» para ella. Aunque duró poco en Derecho, en la facultad de Periodismo tampoco se sintió del todo ubicada. La música tenía su caudal y aunque nunca estaba seco del todo, cuando llovía en los días grises éste se llenaba y la reconducía por la única senda que de verdad tenía sentido para ella: « Me pasé la carrera haciendo todos los trabajos sobre música . No me gustaba escribir noticias o hechos. Siempre lo llevaba al lado artístico, incluso a la hora de escribir, lo que me costaba algún que otro toque de atención», confiesa entre risas. «Inconscientemente siempre he ido hacia allí. Si es tu camino va a estar ahí siempre aunque te opongas». Paralelamente, Teresa Ríos sigue componiendo canciones en sus ratos libres . Aquella falta de autoestima y de convencimiento sobre qué camino tomar deriva en una especie de ‘síndrome de Clark Kent inverso’ con el que decide adoptar otra identidad, no para esconderse, sino para sentirse cómoda a la hora de escribir y cantar sus propias canciones. Teresa necesitaba transformarse en alguien diferente, así que comenzó a ponerse unas gafas de sol y a utilizar un nombre artístico para su musica. Ahí nació Manola . Antes de ver con claridad que la música era su camino, Teresa intentó oponerse una vez más. La última. Esa que marca un punto de inflexión en su historia. «Empecé a trabajar de profesora de piano en una academia en Sevilla. Estuve un año y con la pandemia me echaron. Me vi de repente sin casa, porque no podía pagarla, y sin trabajo. Ese año me dediqué a componer muchísimo en mis tiempos libres y justo antes de que nos confinaran me robaron mi piano, mi libreta, mis pedales de guitarra, todo . Todos esos conciertos los cancelaron. Creía que era una señal, que no servía para la música. Ese verano fue bastante dramático y me planteé qué quería hacer », detalla la artista gaditana. «La vía más fácil era volver al periodismo, hacer un máster de radio y televisión en Madrid . Seguía engañándome, porque al final me veía haciendo un programa de radio pero de música (ríe). Yo, en mis trece». Todo esa desazón, unida a esa necesidad de volver a sentir arraigo por su tierra, comienza a tomar forma de letras, de música, de canción y, por último, de disco. «Todo aquello fue muy heavy . El disco que sale el próximo 27 de septiembre habla sobre ese viaje de aprendizaje, tras la crisis que tuve en Madrid », aclara la teclista y cantante gaditana. Poco a poco, sobre todo aquel desarraigo y aquella incertidumbre van germinando en canciones: «Me puse las pilas y aunque pensaba que no iba a funcionar, la música es como una droga. Yo necesitaba mi cigarro. Necesitaba fumarme un cigarro porque tenía estrés y ansiedad. Así que, precisamente, las tardes del máster las dedicaba a componer y a hacer vídeos». Así, este primer álbum que verá la luz el próximo otoño, ‘ El Sótano ‘, refleja esta etapa de crisis existencial, desarraigo y autodescubrimiento: «Al irme con siete años del pueblo, al no tener adolescencia por estar metida en el conservatorio, nunca he sido muy callejera, siempre he sido muy introvertida, pero sí que tengo un mundo interior muy mío. Fue duro porque me di cuenta que Madrid me absorbía y que yo era de Andalucía. ¡Más pura que na! Lo que estaba haciendo era un parche en mi vida que no iba a funcionar». En el momento en que Teresa deja de oponerse al camino que parecía volver a ella una y otra vez, la música fluye como una riada que crece y crece y la vida vuelve a enviarle señales de que está en la dirección correcta . Una de esas señales llega con nombre propio: Rufus T. Firefly . Sin duda, uno de los grupos más interesantes del indie patrio, dirigido por dos de los músicos más talentosos del país, Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro . «En ese año post pandemia toqué con un batería bastante amigo de Víctor Cabezuelo, Ramiro Nieto , en una de las ‘Sesiones Vermú’ que se organizan en Madrid. Aquel día tocábamos en Aranjuez y ellos [Rufus T. Firefly] son de allí», detalla Teresa. Cuando acabó el concierto, Ramiro quedó con Víctor y ahí es cuando conoció a Teresa. En los próximos meses Teresa y Víctor mantienen el contacto por redes sociales, pero todo cambia una tarde tras una serie de conciertos junto Alex Fernández (integrante del grupo sevillano Vera Fauna y productor del primer disco de Manola). «Álex me dijo: acabas de terminar el máster y tienes que perder el miedo al no, ¿por qué no le dices a Víctor que si necesita algo estás ahí? Yo al principio me negué, me daba vergüenza». Sin embargo, conforme va pasando el día, Teresa sigue rumiando la idea: «Más tarde, tras la cena, me estaba tomando una copa en una terracita y me envalentoné. Le escribí y me respondió casi de seguido. Ahí fue cuando me dijo que su teclista acababa de comunicarles que no podía hacer algunos conciertos. ¡La casualidad! Al momento se fraguó una propuesta para cuadrar los conciertos y los traslados para unirme a la gira. Lancé ese órdago pensando que no me iba a pasar y mira». Al poco, Teresa —o mejor dicho, Manola— empieza a tocar y girar con Rufus T. Firefly como teclista y durante todo un año vive en la carretera pegada a una maleta: «Iba de Madrid a Aranjuez, de Aranjuez a Sevilla, de Sevilla a Cádiz, de Cádiz a Madrid … Estuve un año en un coche metida para tocar con Rufus, pero sin casa ni nada. No sabía cómo establecerme, cómo se iba a desarrollar esto. No tenía la estabilidad de estar en un trabajo y alquilar un piso en el mismo sitio. En la inestabilidad piensas mucho más las cosas. Ya cuando ví que estaba dentro de la familia de Rufus entonces me planteé qué hacer con mi vida», confiesa. «Me han enseñado a tener paciencia, a valorar las pequeñas cosas, los sacrificios. Es un trabajo constante, una carrera de fondo que a veces es muy ingrata», asegura la artista gaditana que, en aquella gira que duró tres años, tocó en más de 140 concierto s junto a la banda. «Ahí me di cuenta de que era factible. Hasta que se dan unas condiciones buenas pueden pasar muchos años, pero sí que es verdad que si no lo intentas no lo vas a conseguir». Con la seguridad de esa estabilidad y de un camino que comienza a vislumbrarse con más claridad, Teresa se muda Sevilla para trabajar en lo que será su primer disco , con aquellos temas que fue componiendo durante su estancia en Madrid: « Me encerré en el sótano de mi pueblo, de ahí el nombre. Sí que es verdad que me ocupó mucho tiempo, quería esperar ese momento de fortaleza donde no importara el resultado, solo sacar mi música». Aunque la presentación oficial de este primer disco se dará en Madrid, Sevilla tendrá un adelanto del mismo en un formato más reducido dentro del Pop CAAC : «Nos viene muy guay y nos hace ilusión poder presentar algunas canciones. La familia siempre te pregunta qué expectativas tienes y, sinceramente, lo que más me ilusiona es poder sacar las canciones. Llevo muchos años fustigándome y metiéndome presión innecesaria, pero ya se me ha quitado todo». En 2024 se escribe otro capítulo de esta historia con nombre propio: Lori Meyers . Este año Manola firma con la banda una colaboración con la que está compartiendo muchas de sus citas veraniegas para llevar el tema al directo: «Sé que no se va a repetir y lo estoy viviendo de una forma muy bonita. Es un regalo, claro », afirma convencida. «Cuando surgió la colaboración yo estaba en un punto en que tenía el disco pero no sabía si sacarlo o esperar». El tema en cuestión, ‘ Tú ya no dices nada ‘, tiene casi medio millón de escuchas en Spotify: «A Noni le admiro porque lleva 20 años en la profesión y le estoy muy agradecida. Ha surgido una amistad muy bonita, habrá gente que piense eso de por qué una colaboración conmigo si no me conoce nadie…, pero le mandé el disco, le gustó mucho y ahí creo que vio un filón . Unir lo clásico con algo más soulero, junto a su estilo indie-pop. Creo que vio que de ahí podía salir algo bueno. Es muy bonito que alguien que lleva tanto tiempo en la música te diga que puedes, que sigas luchando». Ahora solo queda andar, o mejor dicho, dejarse llevar y no oponerse a la corriente, que no es poco. Esta vez con el convencimiento no solo de estar en la dirección correcta, sino con la certeza de haber madurado por el camino: «No pretendo nada, no importa la gente que venga a los conciertos que si una persona se va contenta es lo más gratificante del mundo . Hay que comer, pagar a los músicos, claro, pero con este disco no tengo pretensión», asegura esta artista que aún sin haber sacado todavía el primer álbum ya ha empezado a trabajar en el segundo . «En octubre comienzo a trabajar, ya tengo bastantes canciones compuestas, pero esta etapa va a ser de disfrutar lo trabajado». Así, aquella niña de Benalup-Casas Viejas que apareció en el plató de ‘Veo, Veo’ cantando por Serrat, que entró al conservatorio porque en su casa solo se respiraba música, que perdió la fe empeñada en que la vida no le daba señales, se subirá al escenario de la ciudad donde está afincada para demostrar que tras esas gafas de sol ya no hay dudas o miedos, tan solo ilusión por seguir en la música: « El objetivo es compartirlo, no miro los números de nada, solo quiero sacarlo y seguir trabajando », declara. «A día de hoy, que no soy muy conocida, pensar que veo a alguien cantando dos frases de una canción mía me haría la persona más feliz del mundo. Eso es lo más bonito». Quién sabe, puede que la vida tenga guardada una señal más para Manola y puede que ésta le llegue sobre el escenario del Pop CAAC, compartiendo cartel Luz Casal. La premisa no puede ser mejor
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Author : (abc)
Publish date : 2024-08-30 05:32:32
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