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Rogelio Gómez ‘Trifón’: «La Piedad tiene la misma cara de la niña de 15 años de Nazaret»

Rogelio Gómez 'Trifón':  «La Piedad tiene la misma cara de la niña de 15 años de Nazaret»



Hay tres estocadas grabadas a fuego en el alma de Rogelio Gómez ‘Trifón’ (Sevilla, 1946) que han permanecido inalterables al paso del tiempo: su incansable capacidad de trabajo, su pasión por la familia y el sentirse baratillero de sangre azul. Este sábado, cuando a sus juveniles 78 años vea coronada a la Piedad en la Catedral , verá cumplido uno de los sueños de su vida que jamás pensó que se haría realidad, demostrando que ese lema de que ‘nunca es tarde, si la dicha es buena’ es más que una frase hecha. En una mesa de La Flor de Toranzo , el negocio que abrió su padre en esa esquina de la memoria que dibujan las calles Jimios, Gamazo, Zaragoza y Joaquín Guichot, cuenta las horas entre el cariño de sus amigos. «¿Cómo estás», le preguntan en letanía. «¿Yo? Enorme», sentencia. Lo dice con la misma emoción con la que reconoce que « la Virgen niña lo merecía ». Este sevillano nacido en la collación de Santa Marina y de alma cántabra se siente del Arenal por encima de todo. Por allí se dejaba ver cuando se acercaba de niño a la tienda de ultramarinos de su abuelo y fue ahí donde El Baratillo le atrapó para siempre, permitiéndole vestirse de nazareno sin ser hermano, porque entonces «no hacían falta papeles». Con seis años se inscribió en la nómina de la mano de Manolo y Florencio Quintero , sus dos cicerones, para no separarse jamás de la capilla de la calle Adriano. De aquello han pasado ya más de 70 años, un tiempo en el que ha servido a la hermandad donde lo han requerido. O mejor dicho, en casi todos los sitios. « He tenido la oportunidad ser hermano mayor y Rey Mago en la Cabalgata, pero nunca he estado preparado», reconoce. Con sus primeras propinas se pagó «la túnica de mozalbete» y aprovechaba sus ratos libres para irse a jugar al Baratillo . También los domingos. «Mi distracción era ir a misa y luego cruzar al bar a comprarle la copita y la tapa al cura». Con los años le tocó dar un paso al frente y asumir responsabilidades en la Junta de Gobierno. Aquello ocurrió en 1971, cuando entró de prioste segundo con Ignacio Pérez y estuvo 18 años turnándose con él y con Pepe Sevillano. «Son dos de esos viejos hermanos de los que me acordaré este sábado y también de Otto Moeckel, que me enseñó a ser baratillero». Ahora –confiesa– disfruta en sus charlas con los jóvenes, a los que les regala el consejo de que « cuando tengan alguna duda, hay que agarrarse a la mano caída del Señor », donde él mismo se ha aferrado «en los achuchones». Será difícil que no se emocione este sábado, pues la hermandad ha querido que sea el fiscal del paso en la procesión de regreso tras la coronación. El día que se lo contaron, « no dormí en toda la noche ». Trifón ya ocupó ese sitio en la cofradía durante casi 20 años y, además, también desempeñó esa labor cuando en 1985 la Piedad presidió el Viacrucis del Consejo. Pero esta vez el regalo será doble, porque llegará hasta las mismas plantas de la Esperanza de Triana , su otra gran devoción. Ahí se desborda al confesar que es «más mariano que cristiano» como filosofía de fe. «Creo que las advocaciones son como las fotos de tu madre . Ella es sólo una pero tenemos varias imágenes repartidas por toda la casa», explica. En la suya, por encima de todo, está la Virgen de la Piedad, que « tiene la misma cara de niña que aquella de 15 años que dijo ‘hágase en mí según tu Palabra’ en una pequeña aldea de Nazaret». Así lo defiende al recordar las palabras que pronunció el padre Ramón Cué cuando predicó el quinario en la calle Adriano en los años 80. Recuerda que, estando en el púlpito, miró a la imagen y le dijo «tenías 15 años, ¿te acuerdas?». Aquello lo tiene grabado en la memoria, al igual que cuando apuntó a su hijo Rogelio con «sólo tres horas de vida» a la hermandad. Con un mes hizo lo propio con su María, su otra hija, y también con su mujer. «Me casé con Blanca en los años 70 y le dije que yo iba al Betis todos los domingos y al Baratillo cada día ». Poco después, «se hizo socia y hermana y ahora es más bética y baratillera que yo». El sábado los tendrá muy cerca y de forma testimonial también estará su padre. Disfrutará de una noche inolvidable muy cerca del paso de la Piedad, casi pegado a su respiradero, con ese palermo en la mano que tan buenos recuerdos le trae. Cuando regrese a la capilla, seguramente venga a su memoria la última estrofa de aquel poema que le dedicó Amparo Castilla cuando se estrenó como fiscal. «Y cuando el paso centrado / esté entrando en su capilla / rézale un Ave María / mándale un suspiro al viento / porque viendo a la Piedad / Sevilla ya no es Sevilla / es… ¡un pedazo de cielo». El mismo lugar en el que se sentirá Rogelio cuando den las cinco de la tarde en el Arenal.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-09-12 23:46:27

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