La hipoteca como medio de financiación para comprar parcelas agrícolas ya es casi inaccesible en España, así de claros son los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2003 se firmaron 41.077 operaciones de este tipo y el año pasado apenas 9.391, y todo indica que en 2024 se va a batir un récord a la baja, pues diciembre de 2023 cerró con la peor cifra mensual desde que se tienen registros, 541 firmas, y en lo que llevamos de año el dato está en torno a las 650 operaciones mensuales. Parecería que no se están comprando tierras, pero de hecho sucede todo lo contrario. En 2023 hubo 148.621 compraventas, un 5,4% más que antes de la Pandemia del Covid-19. Dicho de otro modo, en apenas un 6,31% de las adquisiciones de tierra que se hacen en España media una hipoteca. ¿Cómo financian sus compras los agricultores? Regino Coca , que es fundador y CEO de Cocampo –una plataforma líder en España en inversiones de suelo rústico–, nos cuenta que los productores o bien se sirven de sus propios ahorros o recurren al préstamo personal, que asegura que es la opción que ofrecen los bancos en la mayoría de los casos. La contrapartida de los préstamos personales es que los períodos de amortización no son tan flexibles y los plazos rondan entre los ocho y diez años. Cualquier ciudadano con una renta media que haya acudido a un banco a pedir financiación lo sabe bien, si la propiedad que se vaya a comprar vale más de 80.000 euros y se requieren por encima de ocho años para devolver el dinero, la opción más razonable es hipotecarse. La mayoría de los agricultores son precisamente eso, españoles con unos niveles de renta muy corrientes. El 41% tiene más de 65 años y el 51% está entre los 40 y los 64. Como ya explicó ABC, la mayoría son personas sin el músculo financiero para hacer las inversiones que requiere la economía de escala. Además, muchos morirán sin que nadie herede su negocio, por eso se estima que en diez años la mitad del suelo rústico de nuestro país cambiará de manos. Cuando eso pase, ahí estarán las empresas y los fondos de inversión, poniendo el acelerador al proceso de concentración de tierras que, aunque lentamente, ya se está dando en nuestro país. La hipoteca podría ayudar a paliar la falta de relevo generacional. Eso cree Regino Coca, que permitiría que los jóvenes y los pequeños autónomos accedieran a fincas de mayor tamaño, que son «esenciales para competir en rentabilidad con empresas y fondos de inversión», explica este experto. En 2021, José Antonio Turrado , que es secretario general en Castilla y León de la organización agraria Asaja, escribió un artículo en el que reconocía que le costó entender por qué los bancos no son más proactivos ofreciendo hipotecas para el campo. Tanto él como Regino Coca coinciden, las entidades financieras tienen demasiado vivo el recuerdo de la crisis de 2008. Su experiencia con el suelo rústico «es malisima», nos dice Regino, porque cuando estalló la burbuja inmobiliaria se quedaron con miles de hectáreas que jamás se recalificaron para la construcción de viviendas y tuvieron que malvenderlas a los fondos buitre. Los agricultores, vienen a decir estos expertos, están pagando por un crimen que no cometieron ellos, y sirva la comparativa con las hipotecas que se firman para la compra de viviendas. A partir de 2013 este mercado empezó a recuperarse ( 381.560 contratos en 2023 ) mientras que la hipoteca sobre finca rústica no ha dejado de ir a la baja. Turrado cree que ha llegado el momento de que los bancos ofrezcan prestamos hipotecarios con intereses bajos –nos recuerda que el agro es un sector poco moroso– y con cantidades prestadas que se acerquen al 80%, porque la tierra agrícola se está revalorizando año a año (ha pasado de 9.882 euros por hectárea en 2016 a 10.180 en 2021, según el Ministerio), cosa que reduce los riesgos del prestamista. ABC ha contactado con José Antonio Morante , que dirige el sector agro del Banco de Sabadell. Morante empieza advirtiendo contra cualquier comparación entre los mercados hipotecarios para vivienda y suelo agrario, pues son cosas bien distintas, afirma. «A no ser que un banquero conozca a su cliente», explica este experto, rara vez le va a conceder un préstamo para un activo productivo (fincas o naves industriales, por ejemplo) que supere el 60% del precio de venta, pues su rendimiento económico no siempre está garantizado. « Claro que nos gustaría dar más hipotecas y préstamos », añade, «nosotros vivimos de ello. Si no lo hacemos es porque no podemos», zanja. En parte para contrarrestar todo esto, en 2014 su entidad inauguró un departamento donde «solo hay gente pensando en cómo ayudar al agro», explica, y crearon productos especiales para los agricultores, como préstamos con cuotas más espaciadas que coinciden con la cosecha. Más allá de esto existen ayudas oficiales, como la línea ICO-MAPA-SAECA, que da financiación a fondo perdido para parte del crédito; aunque los agricultores querrían algo específico para las compras. En cualquier caso, el sector queda a la espera de la próxima revisión de la PAC , en 2026, pues la Comisión ha prometido concentrar las ayudas en los productores pequeños.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-09-22 02:32:20
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