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De aquellos lodos, estos bioplásticos: el nuevo valor de la basura orgánica

De aquellos lodos, estos bioplásticos: el nuevo valor de la basura orgánica



Uno de los objetivos de una economía medioambientalmente sana es alcanzar el vertido cero. Es decir, que el vertedero no sea el destino de ninguno de los residuos que genera una comunidad. Ya sean plásticos o restos orgánicos; textiles o electrónicos. Esto, además de un esfuerzo de clasificación previa de la basura para su posterior reciclaje, requiere de grandes dosis de innovación para encontrar cómo convertir los desechos de las ciudades en nuevos productos que resulten valiosos para el mercado. Justo en este aspecto de la cadena de la llamada economía circular se han fijado los responsables de la empresa Urbaser, gestora de 150 plantas de residuos repartidas por España y Europa, para poner en marcha su nuevo proyecto de biorrefinería en Zaragoza. Esta instalación no única -existen otras biorrefinerías-, pero sus características sí la hacen pionera en Europa: además de biogás, -como hacen otras muchas- la nueva instalación generará materias primas necesarias para la elaboración de productos ecológicos con valor en el mercado, tales como biofertilizantes, bioplásticos o grafeno verde. Y he aquí lo verdaderamente diferencial: lo hará mezclando la fracción orgánica del vertedero zaragozano y los lodos de depuradora generados por la ciudad en un único tratamiento que luego los transformará en otras materias. La instalación, propiedad del Ayuntamiento de Zaragoza y cuyo arranque fue presentado en sociedad la pasada semana, se enmarca en el proyecto ‘Circular biocarbon’, financiado por Biobased Industries Joint Undertaking, bajo el programa de la Unión Europea Horizonte 2020, y que ha contado con una inyección de 23 millones de euros. Urbaser coordina el consorcio integrado por 11 entidades de distintos países -Italia, Dinamarca, Alemania, España- entre las que se encuentran tanto las de carácter investigador como aquellas empresas que reciben la materia prima para su aplicación en la fabricación final de productos. El citado plan europeo persigue ayudar a las ciudades a encontrar nuevas formas de valorizar los residuos para su posterior reutilización. En el caso de la nueva biorrefinería de Zaragoza, además de cumplir con este requisito, evita que los restos biodegradables -como los que tratará en sus instalaciones- acaben en el vertedero. Algo que es especialmente relevante si se tiene en cuenta que estos residuos son una fuente clave de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Aproximadamente el 3% de las emisiones totales en Europa proceden de los vertederos. El nuevo centro de tratamiento hará las veces de estación de pruebas. Es decir, ahora arrancan y tienen como objetivo comprobar si a largo plazo es viable y económicamente atractivo para el mercado. Que los productos que se obtienen sirven para la fabricación de los citados materiales ya ha sido comprobado; que sea un negocio escalable, está por comprobar. El director de Innovación de Urbaser, Eduardo González, explicó para este periódico el proceso al que serán sometidos los dos residuos -fracción orgánica y lodos de depuradora- en las instalaciones de Zaragoza. De la ‘digestión’ anaeróbica que se hará de ambos en el tanque destinado a ello saldrán distintos productos: sólidos, líquidos y gaseosos. Sobre estos últimos, se obtendrá biometano después de someter a un proceso de limpieza al biogás resultante del trabajo del ‘digestor’. «Este producto es empleado en la fabricación de recubrimientos para superficies metálicas», puntualiza González. En vez de comprar el metano para estos productos, se trata de emplear este otro y contribuir así a los principios de economía circular. Además del producto gaseoso, resulta de la transformación otro sólido de carácter orgánico que puede ser empleado en biofertilizantes y, por último, arroja líquidos. Estos son también tratados para obtener distintas materias. De una parte se pueden obtener sales de amonio y de otra, algas. «La biorrefinería cuenta con un reactor de algas -un tanque de agua- donde son alimentadas a base de estos residuos», añade el director de Innovación de Urbaser. También se venden como productos para agricultura y otras industrias. El grafeno verde y los biopolímeros serán los otros productos que se pueden fabricar con la transformación de estos residuos. Estos últimos serán fabricados con la parte del proyecto que se ubica en Sesto San Giovanni (Italia). El compromiso es llegar a tratar aproximadamente 10.000 toneladas al año de los citados residuos orgánicos recogidos en la ciudad de Zaragoza. Pero en la esencia de este proyecto no está tanto el volumen de materia a transformar, sino ser el banco de pruebas que demuestre que estos bioproductos son atractivos para el mercado, y el modelo de funcionamiento de la biorrefinería, escalable a otras ciudades. La apuesta es ambiciosa. Fernando Abril-Martorell, CEO de Urbaser, declaró durante la inauguración de la planta que tras esta apuesta está el deseo de «apoyar a las industrias para su transición basada en la biotecnología». El objetivo final no es otro que «reducir la dependencia de las industrias de los recursos no renovables». La alcaldesa de la ciudad, Natalia Chueca, destacó por su parte la importancia que tienen este tipo de innovaciones, que impulsen el reciclaje de todo tipo de residuos y eviten que el vertedero sea su destino porque, como recordó, esto está ya gravado con impuestos. A mayor vertido, más coste para los ciudadanos.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-10-11 11:19:21

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