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Historia de amor en forma de canciones

Historia de amor en forma de canciones



Nos visitaba de nuevo esta pareja que hace tan sólo dos años nos traía, junto a un consort, un programa dedicado al renacimiento inglés. Esta vez jugaban en casa, dedicándolo al amor a través de la ‘chanson’ francesa desde el siglo XVII a nuestros días . Muchos concurrentes, y algunos desconocidos, como Honoré d’Ambruis , del que no se sabe casi nada, excepto que fue alumno de Michel Lambert . Era el momento de tomar un primer contacto con la cantante, que sigue manteniendo un registro que controla en toda su extensión, dosificándola de menos a más, como siempre que se quiere que la voz vaya adquiriendo tersura. Por su parte, el laudista ya destacaba desde la introducción de ‘ Le doux silence de nos bois ‘, confirmándonos que se trata de un músico excepcional, tanto como solista, director artisitico y transcriptor. Los años junto a Desandre les añaden una empatía total a ambos, hasta el punto de parecer movidos por una misma mano, a diferencia de la visita anterior, donde un consort mediocre no les dejaba hacer su magia. Reynaldo Hahn fue un compositor nacido en Caracas, aunque estudió en París, donde no tardó en destacarse en los círculos artísticos. De él nos traían ‘Néère’ y À Chloris, en las que ya Desandre nos dejaba admirar la profundidad y la expresión de cada pieza. En realidad, venían a presentarnos el nuevo disco con todos sus hallazgos, ‘ Idylle ‘, un disco grabado en 2023, así que ‘ Le temps de l’amour ‘ no estaba incluida por el reciente fallecimiento de la cantante francesa Françoise Hardy . Pero sobrecoge que el tema trate sobre la fugacidad de la vida (a los 20 años), donde todo son risas y aventuras y donde parece que siempre será así. Pero el caso es que esta mujer vivía en el infierno desde hace 20 años (2004) cuando le diagnosticaron un cáncer linfático; y durante ese tiempo sólo deseó el abrazo liberador de la muerte, que llegó el pasado mes de junio. Quizá el homenaje vino de ‘ Le premier bonheur du jour ‘, que no está en el disco, si bien el verdadero tributo fue el conjunto de excelentes versiones del dúo. Desandre ahondando en unos textos cuyos contrastes entre la vida y la muerte exigen la ductilidad de una voz muy expresiva: el primer verso de esta última canción nos habla de la primera felicidad del día y el último constata que tras el día ‘la lámpara que se apaga’. Dunford no se arredra ante los retos: ‘Le temps’ presenta un ritmo con ‘ostinato’ en el bajo, diríamos que del tipo yeyé, y la melodía la lleva una guitarra eléctrica de sonido muy metálico (tipo ‘spaguetti western’), siendo el mérito del laudista procurar mantener ambos dibujos desde su tiorba hasta que entró la voz, cambiando entonces a un ritmo que nos sonó rumbero. Sabemos que el estiradísimo presupuesto del que dispone el Teatro no da para sobretítulos, a menos que lo pague una institución foránea, pero si el público hubiera podido seguir el texto filosófico-melancólico quizá se hubiese ‘equilibrado’ la percepción última, al aunar la letra con música. Valiente también estuvo en las transcripciones de la ‘ Gnossienne nº1 ‘ y ‘ Gymnopedie nº1 ‘ de Satie , aunque digamos que acaso la tiorba no alcanzaba a ofrecer ese sonido sostenido que aporta el pedal del piano; ahora bien, no recordamos -o no somos conscientes de haber oído nunca- los sonidos que seguían flotando en la caja del instrumento después de que haberse tocado; y en cambio aquí se oían perfectamente. Con Charpentier también corrieron las emociones y las expresiones. En ‘ Celle qui fait tout mon tourment ‘ se ensamblaron la aceleración con el volumen, formando verdadero tormento; de otro color completamente distinto fue ‘ Tristes déserts, sombre retraite ‘, donde el título se amplió a otros muchos tipos de expresividades. A sus 70 años André Messager compuso la música de la comedia musical ‘ L’amour masqué ‘ y de ella extrajeron este número que diríamos de variedades, arrevistado: ‘ J’ai deux amants ‘, que dio pie a otro disfraz, a otra emoción, a otra mujer que confiesa tener dos amantes y a ambos engaña, mientras ellos se lo creen todo, terminando clamando: ‘Dios mío, qué tonto es un hombre: imagínense dos’. Música fresca, divertida y transgresora, porque hasta en el París de 1923 lo de dos amantes no es que se admitiera públicamente con tanta facilidad. Pues Léa Desandre nos embelesó con su canto, sus maneras, su coquetería. Vamos, que nos engañó: si seremos tontos… De Visée nos dio nuevas oportunidades de oír a Dunford, al margen de seguir escoltando el canto de la elegantísima cantante. Le Camus también participó de este recital, especialmente con ‘ Laissez durer la nuit ‘, consiguiendo explosionar la melodía, a la vez que ensanchar el rango dinámico, desde los fortísimos hasta sus característicos apianamientos, manteniendo el hilo de voz con trémolos para que no se cortara. La otra invitada llamémosle contemporánea fue Barbara , una mujer que cantaba y se solía acompañar al piano para interpretar camciones propias o de Georges Brassens o Jacques Brel. Su canción más conocida fue ‘ Dis, quand reviendras-tu? ‘ En este caso la mezzo se metía en la piel de una mujer que espera el retorno de su amado, y el tono adopta entonces un aire sombrío, lastimero, una expresión difícil de mantener durante toda la canción sin agotar el recurso. Terminaba el programa con los ‘ Amores divinos ‘ de Offenbach y como propina el ‘ Ombra mai fu ‘ de Haendel , puro registro aterciopelado, donde sobresalían sus graves más sedosos y profundos (antes oídos en ‘ On n’entend rien dans ce bocage ‘ de Le Camus ) y siempre sin perder una inteligibilidad asombrosa, la potencia necesaria, aunque nos quedamos con esa media voz dúctil, emocionante y sincera.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-10-18 00:37:02

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