Ni rastro de su viejo cadillac solitario de segunda mano, ni señal del rompeolas que tantas veces usó de diván. Atrás queda el ritmo del garaje, ya no quiere un camión para ser feliz. Ni siquiera gusta que le hablen de futuro. Sin embargo, sigue sintiendo la misma ilusión que el primer día que el rock and roll conquistó su corazón , cuando apenas tenía 10 años y su madre le bordó en una camisa la leyenda ‘Buddy Holly rocker’ , en clara alusión a su primer ídolo musical. Y de aquello ha transcurrido más de medio siglo, 53 años para ser exactos. Loquillo guardó anoche en el cajón todo eso para reinventarse en el Cartuja Center de Sevilla y facturar un concierto sobrio y extraordinariamente elegante como pocos –qué maravilla de juego de luces y de puesta en escena– para poner el foco en sus inquietudes poéticas, aglutinadas en su disco de este mismo año ‘Transgresiones: antología poética 1994-2024’. Casi todo el concierto pivotó en torno a este álbum que recopila una treintena de temas que a lo largo de tres décadas han ido salpimentando su cancionero más clásico con textos de autores de su cuerda: Benedetti, Dickens, Gil de Viedma, Luis Eduardo Aute, Martínez Mesanza o Jacques Brel, entre otros. La exquisitez de las letras implica que los característicos riffs de guitarra de su propuesta artística primigenia compartan protagonismo durante esta gira, sin que sirva de precedente, con instrumentos más sutiles como el violonchelo, el contrabajo o el acordeón . Sin duda, una jugada arriesgada si se tiene en cuenta que quien la hace es santo y seña del rock and roll más ecuménico, el paradigma de rock star patrio . Y es que cuando se lleva tantísimos años con un perfil tan definido –pocos artistas hay que lo tengan más–, cambiar suele ser punto menos que sinónimo de batacazo. Pero lejos de acomodarse, José María Sanz (Barcelona, 1963) es de los que apuesta a todo o nada. Tiene personalidad y talento de sobra para salir airoso de un envite del que la inmensa mayoría de artistas y bandas contemporáneas saldrían derrotados. Pero es que el ‘Loco’ es atemporal . No es esclavo de sus éxitos, más bien todo lo contrario. Sus himnos, tan atemporales como él, dependen de Loquillo, sin él no serían nada, y no al contrario. Utiliza esas muescas en su revolver como patente de corso para darse el gustazo y plantear giras tan deliciosamente aventuradas como esta ‘Transgresiones’ , en la que Loquillo embriaga de savoir fair el concepto más puro de rock and roll. Las casi dos mil personas que prácticamente llenaron el Cartuja Center pudieron paladear cada matiz de un artista inspirado y una banda de siete musicazos que ofrecieron un show compacto y brillante. La cadenciosa ‘Los gatos lo sabrán’ , con versos de Césare Pavese , provocó la primera gran ovación de la noche. Hablando del brillante autor de ‘El oficio de vivir’, a uno se le eriza la piel solo de imaginar cómo sonaría en la voz del ‘Loco’ aquella genialidad de «vendrá la muerte y tendrá tus ojos». «Hay canciones que las cantas a una edad determinada, pero la verdad es que solo tienen sentido a una edad indeterminada», confesó el catalán, en claro flirteo con las palabras, antes de anunciar ‘No volveré a ser joven’ , de Jaime Gil de Viedma, otro de los numerosos episodios destacados que se pudieron disfrutar a lo largo de las casi dos horas que duró el concierto. No le fue a la zaga ‘Antes de la lluvia’ , una de las tres canciones del disco ‘Mujeres en pie de guerra’ que anoche sonaron en el majestuoso recinto hispalense. Vibrante como pocas, reivindicativa como ninguna. Ovación cerrada y público en pie. En pleno éxtasis, desde el público le gritaron: «¡Qué grande eres, Loco!» . A lo que el frontman respondió con la suficiencia que le caracteriza y una sonrisa dibujada socarrona en el rostro: «Lo mío nunca ha sido ser humilde» . La conexión entre el artista y los fans, sin ser sumamente expresiva, era palpable con facilidad. Especialmente cuando bajó del escenario para darse un baño de multitudes por la platea mientras interpretaba ‘Con elegancia’ , título que debe a un poema inédito del conocido cantautor francés Jacques Brel, rescatado y musicado con el permiso de su viuda. Ya en la recta final, ‘El hombre de negro’ y muy especialmente la solemne ‘Voluntad de bien’ abrocharon la noche elevando el contador de las emociones hasta límites insospechados. La letra de esta última cuenta en primera persona los pensamientos y las sensaciones que el artista sintió cuando conoció un duro revés en su salud. «Esa luz blanca al final del túnel existe, yo lo sé» , confesó visiblemente afectado. Por suerte, visto lo visto anoche, parece que hay ‘Loquillo’ para rato. Sea como fuere, si Barón Rojo hizo popular a principios de los ochenta aquello de «Larga vida al rock and roll» , hoy toca decir «larga vida al Loco« .
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Author : (abc)
Publish date : 2024-10-17 23:38:29
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