Cada vez que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, se ufana de que bajo su gestión «el tren vive en España el mejor momento de su historia» se produce un incidente cada vez peor y de mayor alcance. El pasado sábado, un convoy que circulaba sin pasajeros por el túnel que conecta las estaciones de Atocha y Chamartín descarriló, bloqueando las líneas que parten de Chamartín en dirección a Levante y Murcia. El accidente ocurrió exactamente tres días después de que Puente presumiera varias veces del buen funcionamiento del tren en España durante la sesión en la que fue reprobado por el Congreso de los Diputados y a instancias del PP. El ministro ya lo había sido en el Senado, donde los populares tienen mayoría absoluta. El miércoles, la novedad fue que el empecinamiento de Puente por edulcorar la realidad –uno de los rasgos definitorios del Gobierno– supuso la ruptura de la mayoría de la investidura de Pedro Sánchez: Junts y ERC votaron a favor de enrostrar al ministro su incompetencia. Lo ocurrido este fin de semana no tiene precedentes. Se ha perjudicado a decenas de miles de pasajeros –las cifras oscilan entre los 8.000 que reconocía Renfe la noche del sábado y los casi 18.000 que se iban sumando el domingo con el paso de las horas–, la operatividad de la compañía hacia Levante y Murcia quedó gravemente comprometida, hasta el extremo de que un directivo de la compañía reconoció que «no podemos afirmar cómo será la situación mañana» [por hoy], y las cancelaciones afectaron al servicio de Ouigo e Iryo, los dos operadores privados que compiten en el corredor de Levante. El accidente en el túnel, más un incidente provocado por una persona que accedió a las vías de la estación de Atocha, provocó retrasos en casi todos los servicios. El accidente en ‘el túnel del Chato’ que utiliza la alta velocidad entre Atocha y Chamartín se registró en uno de los puntos más débiles de nuestra red ferroviaria. No sucedió en el tramo crítico, con capacidad para un solo convoy y donde quedaron atrapados dos trenes de alta velocidad de Renfe en junio y en agosto por averías mecánicas y en la catenaria, sino en la zona de doble vía, pero el accidente dejó al convoy recostado contra el túnel, con restos de carrocería esparcidos por todas las vías tras salir de su eje la unidad de cola. «No es nada normal que un tren que va remolcado a talleres se desprenda y acabe contra una pared de un túnel. Es un hecho grave y espero que la investigación establezca cuáles son las razones por las que ha sucedido», aseguró el ministro Puente, más humilde lo habitual y consciente de la magnitud del caos. Estos episodios ya no son accidentes o simples anomalías, sino parte de una secuencia de problemas recurrentes que están afectando al servicio en los últimos meses. El sistema ferroviario es un pilar del transporte público en España. Sin embargo, si Renfe y Adif siguen acumulando crisis y fallos de gestión corren el riesgo de que los ciudadanos pierdan la confianza en el servicio esencial que prestan. En un momento en el que la movilidad sostenible es prioritaria, el tren tiene un papel crucial que cumplir. No obstante, para que esto sea posible Renfe debe ponerse a la altura de las expectativas de los usuarios y de las exigencias de un país moderno. Tras ser reprobado en el Congreso y el Senado, el ministro de Transportes no cuenta con la confianza política necesaria para ejercer su cargo. Puente debería hacerse a un lado y Pedro Sánchez, asumir la responsabilidad política de designar a un gestor acreditado que recupere la confianza de las Cámaras y, más importante aún, de los usuarios.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-10-20 19:19:36
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