Ion Aramendi es un hombre feliz. Y se le nota: «He llegado donde estoy sin haberlo soñado. Vivo el presente, me dejo llevar. Tengo un trabajo en el que disfruto y una familia maravillosa ». Sería injusto decir que para llegar al momento que está viviendo ha tenido mucha suerte, porque sería restarle valor tanto a su talento como a su personalidad. Es un hombre feliz porque se lo ha ganado. Profesionalmente, Ion se ha consagrado con ‘Reacción en cadena’ y ‘Gran Hermano, El Debate’, en Telecinco. Con el concurso diario disfruta «cuando lo grabo, cuando lo veo en casa con mis hijos. Las pruebas con las palabras tan divertidas como educativas, tanto que los logopedas las usan para el aprendizaje. El programa combina cultura con entretenimiento , ojalá me jubile haciéndolo». Con el ‘reality’, del que se declara fan, ya puede presumir de conocer la dos versiones: «La VIP tiene una ventaja, la de conocer sus historias, por mucho que luego queden en un segundo plano. Los anónimos tienen ese punto de ingenuidad, van olvidándose de las cámaras y van descubriendo la convivencia, la gestión de los conflictos». «Todo lo que le vivido me ha servido para trabajar en televisión», reconoce el periodista, que ha sido jugador de baloncesto, trabajador en una fábrica, revisor de butano, camarero y encargado de un restaurante griego en Australia, entre otras cosas: « Esa experiencia y mi curiosidad me hacen empatizar con la gente , todo mi bagaje lo vuelco cuando presento». Ion se siente orgulloso de sentirse «una buena persona. Me puedo equivocar, pero lo que no es hacer daño queriendo. Y no me cuesta pedir perdón.» Sin embargo, no presume tanto su humor: «Es que a veces tengo un pronto que asusta … Soy de mecha corta y eso genera tensión a mi alrededor. También me pone de mala leche que me despierten de la siesta, lo he heredado de mi padre». No se considera un hombre detallista: «Mi mujer puede dar fe de ello. Ni soy muy romántico, aunque lo compenso de alguna manera porque soy cariñoso, amoroso, pero no voy más allá». Tampoco se considera un soñador: « Tengo los pies en la tierra . Me enfrento a la vida con la actitud de aceptar de buen grado que me lleve por donde quiera». El pasado 28 de mayo, Ion publicó un posteo con una foto de su boda con María Amores para celebrar sus trece años juntos. Lo hacía con la letra de ‘Te amaré’, la canción de Miguel Bosé. María tiene muchas cosas que hacen que Ion siga enamorado de ella: «Es la persona más inteligente, más divertida y con la que más dialogo en la historia de mi vida. Sigo admirando su forma de pensar. Me enamora que sea la mejor madre del mundo . Por su capacidad de entenderme, de acompañarme. Y porque cada día está más guapa». Toda una declaración. Pero sus tres hijos han hecho crecer su corazón para que quepa más amor: «Me siento orgulloso de ellos. La pequeña es como un juguete que ha llegado de sorpresa y tarde. Por sus edades, cada uno vive en una etapa con unas necesidades y eso implica que en casa vivimos a tres velocidades. Nada le da más paz a Ion que su familia, sus hijos: «si un día estoy tocado, los miro y se me pasa. Cuando vuelvo a casa y veo que todo por lo que estoy luchando es por ellos, eso me da paz ». Curiosamente, no es fácil sacarle de quicio: «Es que soy tremendamente espiritual. A lo mejor me pueden molestar las cosas desordenadas, que no estén colocadas geométricamente. Pero no suelo cabrear. Y si lo hago me dura poco porque me gusta resolver los conflictos, arreglar las cosas con los demás». De chiquitín le llamaban ‘Ion sonrisas’, siempre tenía una iluminando su cara. «Era muy monín, sin malas ideas, a lo mejor un poco gamberrete, pero me portaba bien», recuerda Ion: «Estudiaba poco, pero se me daba bien lo académico y era bueno en matemáticas». Pero lo suyo era el baloncesto, que empezó a jugar a los ocho años: «Jugar con los mayores me hizo madurar». Curiosamente, se llevaba muy bien con las niñas: «Tanto, que me invitaban a sus cumpleaños y yo era el único chico». Y supo sortear la crueldad del patio del colegio: «Me hacía amigo de los malotes para no ser blanco de sus bromas. Pero también me tocaba alguna. Siempre fui defensor de los débiles. Yo creo que eso que venía de casa, por mis hermanos, porque entendía la importancia de la protección». Está muy unido a sus tres hermanos: «El mayor, José María, era el líder, mi referente, mi cuidador. Luego está Íñigo, que es más especial, diferente. Y Santi, el pequeño, era mi pulilo. Yo fui su maestro para lo bueno y para lo malo . Por edad y complicidad sigue siendo además un gran amigo». Los cuatro han sido buenos jugadores de baloncesto y han jugado juntos muchos años. Hermanos en casa y en la cancha.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-11-11 04:02:39
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