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El concierto de Aranjuez consigue un lleno respetable



Se mueve este programa entre dos obras señeras de siglo XX y una novísima del XXI, un encargo del director a la compositora sevillana Noelia Lobato , titulada ‘Ariel, el espíritu del aire’ (2015), que forma parte de una suite orquestal de tres movimientos llamada ‘La isla mágica’ , basándose en ‘La tempestad’ shakesperiana. Este tipo de relación de carácter fantástico permite que los compositores encuentren un argumento para desplegar todo el potencial tímbrico de la orquesta, así como los distintos recursos rítmicos, melódicos y dinámicos que evoquen personajes, acciones o evocaciones. Nos pareció que la obra dibujaba ondas sinuosas , enormes olas serpenteantes muy definidas, pero q ue no renunciaba a determinados técnicas musicales que, ante todo, permiten la unidad de la obra, como unas células que iban transitando de una a otra sección, modificándose no sólo instrumental sino también intencionalmente, y que finalmente se iban disolviendo hasta dejar paso a la siguiente. Y aún otra propuesta celular que se movió sobre el tintineo incesante del glockenspiel , o sobre un oboe , que progresivamente se iban encrespando hasta dejar paso a volúmenes mayores con los trombones , tuba -que se irán imponiendo poco a poco-, piano , timbales , desembocando en un caos transitorio. También destacaron las cuerdas en una especie de móvil perpetuo hasta que ‘bramidos’ -de todos o parte de los metales- fueron imponiéndose con enormes ‘jadeos’, ya con toda la orquesta en fortísimo hasta que poco a poco se fue desliendo. Hubo ideas, técnicas, manejo orquestal … parece más de lo que habitualmente nos traen. El reclamo de la obra de Rodrigo llena de jóvenes y público en general una buena parte del aforo del Maestranza. El año 1940 acoge el estreno de las dos obras restantes, el ‘ Concierto de Aranjuez’ de Rodrigo y el ‘Romeo y Julieta’ de Prokofiev , y ambos en circunstancias particulares. El primero por la cercanía del final de la Guerra Civil española, que lleva el estreno a Barcelona a cargo del burgalés Regino Sainz de la Maza . Rodrigo mirará con esta obra al siglo XVIII, a un estilo galante en cuanto a las formas, pero cuya idea melódica y armónica mira a la música española, andaluz a , matiz referencial por el que creemos que las interpretaciones que observan esta lectura resultan mucho más atractivas que las remilgadas que sólo miran un clasicismo epidérmico. De ahí el valor de la versión de Paco de Lucía , que tuvo que aprenderse la obra de memoria al no saber la partitura, trabajo que Gallardo confesaba a nuestro compañero Andrés González-Barba haber corrido con este ilustre empeño. Es por ello que con más razón el guitarrista sevillano mire la visión del algecireño, aunque no lo haga de una manera tan señalada. Pero ahí estuvieron sus rasgueos, sus ‘cadenzas’ -casi falsetas-, trémolos sosteniendo la melodía , etc. Indudablemente, este concierto es un auténtico aldabonazo que colocó la guitarra española/flamenca en el mundo, y cuya repercusión ha sido y es tan grande que sus versiones han llegado a todos los estilos -sobre todo su famoso ‘Adagio’- hasta conseguir que se haya dado a conocer parte del resto de su obra, si bien ninguna llega al interés de este concierto; por cierto, en este movimiento central sobresalieron el corno y la trompa . Una de las razones que se argüían para rechazar este formato de guitarra y orquesta es el poco volumen del instrumento . Rodrigo tuvo muy en cuenta esto, y procuró que los momentos más brillantes de la guitarra no fuesen absorbidos por la orquesta; además, siempre se ha asumido la necesidad de contar con una pequeña amplificación para ayudar a una audición completa de la parte solista. La verdad es que no siempre nos resultó así, ya sea por la sonorización, para que apenas se notara, a costa de sacrificar pasajes difíciles, cuyo trabajo no se evidenció del todo por no oírse apenas, pero también porque la orquesta en esos momentos podría haberse aminorado un tanto. E incluso llegamos a pensar que el micrófono que tenía delante formaba parte de la grabación que se llevó a cabo y que a la guitarra la oímos tal cual. Una pena, porque es todo un reto para el intérprete, por tanta dificultad y que alguna que otra vez las escalas encontraron algún tropiezo en el camino, de poca trascendencia como decimos. Hizo un muy interesante homenaje al guitarrista de jazz belga Django Reinhardt . Hay que decir que Chichon se entregó a las tres obras sin reservase nada. ‘Ariel’ ya la había tocado anteriormente con su Orquesta Filarmónica de Gran Canaria , lo que es un avance en los ensayos, porque ya sabe el director cómo maximizar su tiempo. El concierto de Rodrigo lo ha hecho muchísimas más veces, al igual que la selección de suites del ‘Romeo y Julieta’ . Ya anticipábamos que esta suite se estrenó en 1940, aunque estaba compuesta desde 1935; pero tremendos artículos en Pravda contra Shostakovich y Prokófiev acusándolos de ‘músicos degenerados’ (las consecuencias podrían haber sido irreversibles) recomendaban esperar un poco, además de procurar que la escritura de la obra fuese muy cuidada, ‘clasicista’ y ‘limpia’. El que estuviese pensado para el ballet asegura que la historia se pueda seguir perfectamente a partir de la música, a la que Prokófiev dota de un carácter diríamos que programático. Ya no son frecuentes las plantillas con 8 contrabajos, y aquí la hubo, lo que da idea de una enorme orquesta y más poder de expresión. Chichon dio muestras muy logradas de controlar todos los efectivos , gustando extremar las dinámicas con efectos sorprendentes (desde el inicio de ‘Montescos y Capuletos’ , con la convergencia de los metales), gracias a una partitura muy trabajada, consiguiendo a la vez hacernos ‘ver’ la historia (aunque sesgada, ya que hablamos de una selección). Pudimos oír en estado de gracia a toda la orquesta, con una cuerda vivífica, con los auténticos violines Farré , que Prokófiev magnifica elevando las melodías a la zona más aguda. En ‘Madrigal’ destacó la flauta (y en muchos momentos más), en ‘La infancia de Julieta’ nos sorprendió la icónica melodía del clarinete , y de nuevo la flauta, saxo y escalas y un dibujo tipo bajo Alberti llevado a una velocidad endiablada en los violines. O ‘ La tumba de de Romeo y Julieta’ , que además de escuchar de nuevo los violines esta vez con sordina, pero muy agudos, nos quedamos con un pasaje de las trompas que nos pareció difícil por la elevación no habitual que se les exige. El último movimiento que se nos presentó, ‘La muerte de Tebaldo’ , es complejo y de un nivel de exigencia grande, tanto para el director como para la orquesta. Chichon se dejó la piel y el público le tributó un enorme aplauso que se veía sincero y no por cortesía.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-11-22 02:30:48

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