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Cinco malos ejemplos que damos a nuestros hijos… Y sus alternativas

Cinco malos ejemplos que damos a nuestros hijos... Y sus alternativas



Los niños aprenden de lo que ven y, sin quererlo, a veces los padres podemos estar dando ejemplos que afectan a su desarrollo emocional y social . Ser conscientes de esos pequeños detalles puede marcar una gran diferencia en su forma de relacionarse y gestionar sus emociones. Por este motivo, en esta época del año en la que todos nos ponemos metas de cambio de hábitos, puede ser interesante como padres frenar un poco y echar un vistazo hacia lo que ocurre dentro de las propias puertas de casa. Dejar de gritar , no abusar del móvil… Seguro que hay algún aspecto que a muchos les gustaría cambiar. Ese primer paso de auto observación es importante. Porque, tal y como explica Sonia Martinez, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien , «normalmente vamos con el piloto automático, sin darnos cuenta de los mensajes que transmitimos a nuestros hijos. Por eso es importante tomarnos unos minutos para reflexionar sobre cómo reaccionamos en momentos de estrés o cómo hablamos en casa puede ser revelador». En este punto, sugiere, es clave priorizar un cambio a la vez. «Por ejemplo, si detectas que usas el móvil constantemente, empieza por establecer momentos libres de pantallas y comprométete con esa acción. Los cambios pequeños, consistentes y conscientes generan un impacto enorme a largo plazo». No expresar nuestras emociones, tener pegado el móvil todo el día, no admitir nuestros errores… Todos nuestros ‘malos’ comportamientos como adultos tienen consecuencias importantes en los menores, pero si la directora de los Centros Crece Bien tuviera que destacar uno sería resolver los conflictos con gritos o sin diálogo . «Este patrón no solo afecta la capacidad de los niños para manejar conflictos en el futuro, sino que también puede generar inseguridades profundas. Los niños que no ven un modelo de comunicación asertiva pueden aprender a evitar los conflictos por miedo o, por el contrario, replicar comportamientos agresivos. Este patrón afecta directamente su autoestima y sus relaciones interpersonales» La buena noticia, asegura esta experta, es que si una familia se propone cambiar y se pone en marcha, asegura Martínez, los beneficios pueden notarse en poco tiempo, especialmente si se trata de cambios consistentes. «Por ejemplo, con el caso anterior, si empezamos a practicar el diálogo en lugar de los gritos, en unas semanas podemos notar que los niños se sienten más seguros para expresar sus emociones o que hay menos tensiones en casa. Sin embargo, los cambios más profundos, como una mayor confianza, empatía o habilidades sociales, pueden requerir más tiempo para desarrollarse por completo. Lo importante es mantener la constancia y recordar que cada paso cuenta, aunque el resultado no sea inmediato». Aquí algunos ejemplos comunes que pueden ayudar a los padres a reflexionar y hacer pequeños cambios.   Cuando evitamos hablar de lo que nos molesta o respondemos de forma agresiva , los niños aprenden que los conflictos se resuelven con confrontación o silencio. Esto puede llevarlos a pensar que la comunicación no es una opción, afectando sus habilidades para expresar sus emociones o resolver problemas. Alternativa: Practica el diálogo en momentos tensos, expresa tus emociones con calma y deja que vean que los conflictos pueden resolverse sin perder la calma. ¿Alguna vez nos hemos equivocado y hemos dejado que pase sin reconocerlo? Cuando los niños ven que evitamos admitir errores, pueden pensar que es mejor ocultarlos. Esto afecta su capacidad de ser sinceros, reconocer sus propios errores y aprender de ellos. Alternativa: Si cometemos un error frente a ellos, pidamos disculpas y expliquemos cómo podemos hacerlo mejor. Así, les enseñamos que equivocarse es parte de crecer. Si estamos constantemente con el móvil, ya sea en comidas o conversaciones, damos el mensaje de que las pantallas son más importantes que las personas. Esto puede afectar su habilidad para prestar atención y estar presentes en la vida real. Alternativa: Establece momentos sin pantallas, como las comidas o el tiempo de juego. Enséñales a estar presentes y disfrutar del momento. Cuando los niños nos oyen hablar negativamente de otras personas o criticar de forma constante, aprenden que la crítica es la manera de relacionarse. Esto puede generarles inseguridades y enseñarles a juzgar a los demás sin empatía. Alternativa: Fomenta el respeto en las conversaciones y habla con empatía de otras personas, incluso si no estamos de acuerdo con ellas. Este ejemplo les ayudará a desarrollar la empatía y el respeto hacia los demás. Si nunca nos ven tristes, enojados o preocupados, pueden pensar que deben ocultar sus emociones para ser «fuertes» o «buenos». La expresión emocional es fundamental para su desarrollo, y si aprenden a reprimir, pueden tener dificultades para gestionar sus emociones en el futuro. Alternativa: Muestra tus emociones de forma abierta y explica que está bien sentirse de diferentes maneras. Así, les enseñamos que todas las emociones son válidas y pueden expresarse sin miedo. La reflexión final de la directora de los Centros Crece Bien es que, «como padres y madres, no necesitamos ser perfectos , pero cada pequeño cambio en nuestra forma de actuar puede darles un gran ejemplo a nuestros hijos. Los niños son espejos, y nuestros actos diarios, por pequeños que sean, les enseñan cómo relacionarse, expresar sus emociones y afrontar los desafíos. No está de más que nos preguntemos en este momento del año qué ejemplo queremos dejar en nuestros hijos. Un pequeño cambio hoy puede tener un gran impacto en su futuro«.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-01-16 07:19:35

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