El segundo concierto de la temporada de la Bética ha tenido como centro aquellos compositores y obras poco o nada conocidas, con la intención de sacarlos a la luz. Como veremos, este desconocimiento es relativo, pero la intención siempre es interesante, ya que el hecho mismo de que el maestro Thomas lo plantee así ya da qué pensar, y al mismo tiempo rebajamos la rutina de las programaciones más habituales. La primera propuesta se centraba en Fanny Mendelssohn , hermana de Félix, quien se dedicó principalmente a la música de cámara, los lieder y la música para piano. Pero también probó suerte con la orquesta y esta ‘Obertura’ en Do mayor es un ejemplo, planteada con una amplia introducción que ya evidenciaba un rasgo reiterativo del concierto y era la sensación poca unidad, tal vez de falta de suficiente ensayo, porque la verdad es que parecía que cada cual se dedicaba a leer su parte -y no todos al mismo nivel- y poco más. Thomas dirigía con su habitual entusiasmo, pero este no se correspondía con los continuos desajustes o con la diversidad de volúmenes de los distintos instrumentos . Es verdad que otro aspecto que se repetía era una cierta mejora en las partes rápidas, tal vez porque al aumentar la dificultad obligó a una dedicación más específica a su estudio . Por último, la obertura daba importancia a las trompas, que respondieron muy bien durante todo el concierto. La segunda cita era el ‘Concierto para piano’ en La mayor de Marianne von Martínez , nieta de españoles, quien pudo formarse musicalmente con personalidades de primer orden como Metastasio, Porpora, Haydn o Hasse , gracias a las que pudo componer sobre todo obras vocales -cantatas, oratorios, misas o motetes-, música para piano y una sinfonía. Ahora la introducción estuvo más aunada por parte de la orquesta, aunque con menos definición en los violines. Lo primero que destacaba en este concierto es la ausencia de la tapa del piano , lo que para el público viene a significar una merma del sonido, ya que la proyección directa de este hacia la sala no se produce. Por otro lado, nos gustó mucho el juego de pedales de la pianista asturiana , especialmente el derecho, cuyo uso lo tenía muy medido, es decir, reservado sólo para cuando fuese necesario, lo que ayudó a que la dispersión de la ausencia de tapa fuera algo menor. Es verdad que el piano tiene muchos años, pero las arcas del Turina no están para ‘lujos’, si bien era como un cúmulo de circunstancias que no teminan de ayudar a que la obra desconocida deje de serlo. La dificultad técnica del tercer movimiento fue superado sin mucho esfuerzo por la pianista. El ‘ Entreacto 3º’ y ‘Ballet’ de ‘Rosamunda’ de Schubert nos llevaba a una orquesta con mayores requerimientos, y la verdad es que después de afinar, la introducción al ‘Entreacto’ parecía más definida, pero duró poco y sólo se lograba una cierta armonía en los estribillos, más líricos y cantables. La segunda cita de Rodiles era con el ‘Concierto para piano nº 12’ en La menor K. 414, una obra que es uno de los tres conciertos con los que Mozart quiso darse a conocer en Viena mediante suscripción, con la opción tanto de orquesta con timbales y vientos como para cuarteto de cuerda. La pianista superó bien los movimientos extremos de gran dificultad técnica, pero el bellísimo ‘Adagio’ se le quedó entre las manos, por la ausencia de una cierta expresividad, aunque la orquesta no ayudaba. El mejor momento de su actuación quizá fuera el tercer movimiento, en el que con frecuencia se quedaba tocando sola, con leves interpelaciones de la orquesta, pudiendo sonar más suelta, más ágil. Pero la alegría no duró mucho: ante la insistencia del público se les ocurrió ofrecer de propina el famosísimo ‘Largo’ del ‘Concierto’ en Fa menor de Bach que sentimos decir que sonó a ‘midi’, a maquinita. Para que no nos fuésemos con mal sabor de boca, la última pieza de la noche, en la ‘Obertura’ de ‘Las criaturas de Prometeo’ op. 43 de Beethoven , la cuerda consiguió incorporarnos en el asiento, ya que desde el ‘Allegro con brio’ inicial se lanzó a una figuración intensa, perfectamente articulada e igualmente ajustada, que era lo verdaderamente difícil: ¿y por qué no así desde el principio? Pero es que los demás los siguieron con verdadero frenesí. Faltaba mucho público y es de temer que de seguir así los aficionados se pasen a otras opciones más seguras (otra orquesta que está cobrando fuerza de un tiempo a esta parte tocaba a la vez que esta).
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Author : (abc)
Publish date : 2025-01-18 00:07:52
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La Bética: algo más que voluntad
