Después de 33 años oíamos una ópera de Gluck -acaso la más conocida- en el teatro maestrante , una tragedia con final feliz, aquel ‘lieto fine’ que se ‘exigía’ en su época. La forma de contarlo volvía a los recursos más básicos y a la ocurrencia insistente como único hilo conductor. El graderío de un teatro fingido sirvió para que compartiéramos desde el hemiciclo real una escena de Eurípides , finalizando en una ruidosa escena relacionada con la tempestad que sufren Ifigenia y las demás sacerdotisas. En el escándalo Thoas ( Damián del Castillo ), jefe de los escitas, aprovecha para violar a una muchacha, regodeándose mientras le huele las bragas, mientras más adelante aprovecha para masturbarse. Esto es como los caganer en un belén: no vienen a cuento, pero dan que hablar. Y en este caso permite que admiremos el sello ‘distintivo’ del ‘regista’ y amigos escenógrafo s. Y aunque hubo momentos ruidosos, lo cierto es que el estatismo escénico fue dominando, y en todo caso un cierto movimiento de personajes y coro un tanto errabundo y desnortado , o la comida en casa de Agamenón con las caras pintadas como de Halloween. Al difícil libreto se le debería contraponer una puesta en escena clarificadora, en vez de optar por establecer paralelismos ‘sui generis’ que posiblemente compliquen más la línea argumental. Cuando Pílade corta el cuello a Thoas las luces se vuelven rojas, y luego van cambiando de colores: ejemplo de recursos básicos y/o de ocurrencias. A pesar de que los pasajes violentos, bélicos, impulsivos, lo cierto es que a veces las escenas se alargan innecesariamente y la narración se paraliza; pero es verdad que la orquesta no ayudó. La sensación era la de estar oyendo una música como enlatada, como procedente un aparato electrónico, en lo que todo suena perfecto, pero no somos capaces de reconocer los instrumentos por separado. O como un disco oído en un aparato con poca definición, al que además le hemos recortado cualquier agudo, y lo que resulta es una música opaca, oscura, sin contrastes ni discordancias . Sólo en los finales parciales y sobre todo cerrando la obra pudimos oír sonido diríamos que ‘en directo’. No sabemos por qué este año no se ha contado con la Orquesta Barroca de Sevilla, que precisamente no hace ni un mes nos ofrecía un Mozart de infarto. En fin. Como casi siempre el reparto vocal fue lo mejor, aunque en un podio la Lupinacci ocuparía los tres primeros puestos. Como suele ocurrir, los escenógrafos van a cómo queda mejor cada cantante y no cómo resulta musicalmente. Por lo que sea, la voz no corría lo esperado y, menos, alejada del proscenio; poco a poco se la fue acercando y oíamos una voz ancha, suave, cálida, bien templada, pero con preciosos agudos (Gluck huye del divismo de los cantates barrocos). ‘Yo te imploro’ fue uno de los muchos momentos que tuvo espléndidos, aprovechando la intensidad que le planteaba el aria. También destacó en los dúos con Orestes de Edward Nelson , quien tuvo excelentes momentos con una voz de barítono en la que sobresalió en su zona más aguda y añadiendo un ímpetu que se echaba de menos con frecuencia. De igual forma, Alasdair Kent mostró una bella voz de tenor lírico, con un fraseo bonito, y con cuidado fue subiendo hasta los sobreagudos más arriesgados, a la vez que firmó bellos dúos o momentos con Nelson. Del Castillo mostró buena voz, pero le faltó algo de garra y ‘maldad’. Oficiaron correctamente Andrés Merino y Mireia Pintó . Aunque Sabrina Gárdez asumió dos papeles, fue con la Diana que cerraba la obra con la que nos llamó la atención por el bello timbre mostrado, un fraseo elegante y atractivo y no sabemos si el vibrato a veces muy marcado lo ve dentro de su estilo y técnica, porque nos pareció joven para tenerlo tan acentuado. En el coro , con mayoría de números femeninos, esta vez hubo de todo, ya que en algunas intervenciones nos sonó algo más desigual, tanto en ajustes como en la tímbrica, si bien aprovecharon con suficiencia los distintos momentos corales, generalmente homofónicos, que figuran entre los más bellos de la obra.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-02-12 00:30:22
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Ifigenia: tragedia clásica con final feliz… e inane
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